El sexismo ha envilecido la civilización humana desde tiempos remotos.
El Mundial de Rusia abundó en ejemplos.
Los argentinos no podíamos privarnos de ocupar un lugar en el cuadro de honor de la estupidez machista: un par de sujetos, seguramente buenos padres de familia, que se degradaron con la tan infantil como perversa diversión de hacer repetir a jóvenes rusas guarangadas en argento.
Recibieron una docena de likes, de sus amigos, y cien mil insultos merecidos antes de ser deportados.
La FIFA tomó nota de esos episodios, que involucraron, por cierto, a individuos de todas las nacionalidades y decidió ser más papista que el papa
Observaron, sagaces, que para entretener a las millonarias teleaudiencias hasta que comenzaran los partidos la televisión enfocaba el colorido de las tribunas.
Así, uno, frente a su televisor, podía ver niños islandeses emocionados, robustos alemanes mitigando penas con cerveza, estrafalarios escoceses con kilts y cuernos de vikingos. Todo el color y los ritmos de las más variadas culturas además de... mujeres.
Bellísimas mujeres de todas las razas, de todas las banderas, con los más originales atuendos y cotillones.
Las alarmas se encendieron en el departamento de moralidad de FIFA: peligro de sexismo! No peligro de ternura por los chicos, ni de exceso alcohólico por los alemanes, ni de coloridos y ritmo por las batucadas. Peligro de exhibición de belleza inaceptable.
La orden merece un lugar en la historia universal del ridículo: los camarógrafos deberan abstenerse de mostrar mujeres bellas en las plateas.
Preguntas: a) se puede enfocar a mujeres que no sean bellas o sólo a hombres feos?. b) quién define si una persona es bella o no lo es? c) quien pudiera hacerlo, ¿no debería ser acusado de sexismo por tratar de imponer sus propias pautas estéticas sobre el cuerpo femenino?
Una alternativa, para no equivocarse en Quatar 22, sería permitir sólo que se fotografiara a mujeres cubiertas por el hiyab. Soluciona dos problemas, no se muestran mujeres bellas, y no se insulta a las que segun el bellómetro de la Fifa no lo sean, mostrándolas.
Fromm escribió sobre el miedo a la libertad. Algunos, acaso asustados por el avance en los derechos igualitarios de la mujeres en el mundo, parecen naufragar en el miedo a la belleza.
Que por si hiciera falta recordarlo no es exclusiva de las mujeres, ni es posible detectarla, medirla y prohibirla, con parámetros que veremos cómo se arregla la Fifa para explicarlos.
