En los años oscuros del medioevo, los alquimistas buscaban transformar metales en oro. No lo lograron. Los nuevos alquimistas van en contramano, se empeñan en convertir la alegría en bronca.
La selección campeona del mundo, que nos desbordó de alegría, estará hoy en Buenos Aires. El gobierno decretó feriado nacional en todo el país, paraliza el trabajo y la producción, los hospitales y las escuelas. ¿estamos todos locos?
El fútbol depara alegrías, pero si el comercio está cerrado, si se vive al día y no se puede llevar un peso a la casa no es tan fácil disfrutarlo
Estamos en las últimas semanas del mes y del año, hay que pagar sueldos, aguinaldos, bonos...pero se prohíbe recaudar algo.
No es optativo, no es que quien pueda o quiera sacrificar un día de ingresos porque lo hace feliz la selección, pueda hacerlo. No: hay que ser feliz por decreto y por decreto la felicidad significa no trabajar.
En Buenos Aires, aunque discutible, hay algún argumento de seguridad para el feriado: una multitud va a seguir la caravana. Y está el antecedente del bochorno del velorio de Maradona..
Pero y en el resto del país, ¿Paramos todo para sentarnos frente a la tele?
La selección es bien federal, hay jugadores de distintas provincias. Pero los bobos, diría Lio, que toman las decisiones siguen creyendo que el país es Buenos Aires.
¿Será eso lo que entendieron de la admirable imagen que han proyectado Scaloni y sus jugadores? ¿Eso les quedó del esfuerzo, el sacrificio, el no rendirse nunca que dejaron Messi y los campeones?.
Hay provincias que se plantaron, gobernadores peronistas y opositores. Es que no es cuestión de partido, es puro sentido común
Que se sepa, solo Venezuela tiene un Ministerio de la Felicidad. Los argentinos pese a todo y contra todo, gracias a Messi y a la locura del Mundial, estamos mayoritariamente felices, aliviados, gratificados de reencontrarnos en el amor a la camiseta. Pero Muchachos, ahora nos volvimos a desilusionar.
Son alquimistas a contramano, capaces de convertir la alegría en bronca con un solo decreto de cinco renglones.
Por Miguel Clariá.