Células de Los Monos cantando mientras sostienen la bandera central de la popular sur del estadio de Newell's Old Boys, en el Parque de la Independencia de Rosario. Es lunes a la noche y al campo de juego están por saltar el local y San Lorenzo, por una fecha más de la Liga Profesional del Fútbol Argentino. Afuera, hace horas que un riguroso operativo de la Policía de la provincia de Santa Fe impide ya el paso vehicular.
Todo es una marea de personas. "Igual, hoy son pocos, por el día y la hora", sostiene un especialista en medir las concurrencias a las canchas de Rosario. El conteo oficial revelará después que ingresaron alrededor de 31 mil personas. Para el próximo partido de local, en el segundo fin de semana de abril, se aguardan no menos de 40 mil, ya que se disputará el clásico con Central.
Sicarios, narcotraficantes, ladrones de vehículos, especialistas en arrebatos, homicidas, personas con una larga estadía en prisión. Los prontuarios de quienes integran las células de Los Monos que hoy comandan la tribuna principal de Newell's no dejan de generar asombro. A esa hora, en el mismo estadio están el ministro de Seguridad de Santa Fe, Claudio Brilloni, el jefe de la Policía en Rosario, Martín García, y hasta el fiscal de la Agencia de Criminalidad Organizada y Delitos Complejos, Matías Edery. Incluso, el intendente Pablo Javkin ya había avisado de sus intenciones de asistir.
En el medio, miles de personas, algunas con niños, ignoran por completo el denso caldo que se cuece a solo metros de ellas.
En las afuera, atento a todo, el policía retirado Hernán Brest no tiene ni tiempo para ver el único gol que esa noche se gritará en el estadio. Se trata del actual director de Seguridad Deportiva en Espectáculos Deportivos y Eventos Masivos. Un especialista en medir lo que sucede realmente en las tribunas. Un trabajo que, en realidad, nace a kilómetros del Parque de la Independencia, en las profundidades de los barrios de una Rosario que hace años que no deja de sangrar por las heridas de tantos balazos disparados.
"Hay que tener en cuenta muchas noticias de lo que pasa en la semana previa, de aquellas personas que son detenidas, de aquellos que tienen pedidos de capturas, de aquellos que han fallecido en episodios violentos. Todo te lleva a tener una base de información para después diagramar el dispositivo para el partido", comienza a contar.
Y revela qué se encubre entre tantos murales y postes pintados con los colores rojos y negro, y azul y amarillo, en los cuatro puntos cardinales de la ciudad: "El análisis que hacemos en los últimos años indica que hay sectores de la ciudad que son denominados por barras de un club, pero hay acuerdos con los hinchas del otro club para que les cedan una avenida o una plaza para que también hagan sus pintadas. Pero nunca en la misma cuadra. Está comprobado que en realidad, se trata de un reparto territorial".
Y reitera: "En las tribunas hoy encontrás gente de todo tipo: personas ligadas a la sustracción de vehículos, al desarme, al robo calificado, extorsiones, balaceras, gente sindicada como sicarios, una confluencia de gente de mal destino".
Mientras habla, Brest observa en una sala con acceso blindado que está ubicada a un costado de los palcos cómo se mueve la barra. A través de domos y cámaras de vigilancia, en una serie de pantallas con una calidad superior, hacen zoom en cada uno de los líderes que intentan camuflarse debajo de las banderas. En el entretiempo, allí se observa cómo el consumo de cocaína y otras sustancias se multiplica en medio de los "trapos".
Afuera, otros policías manipulan un enorme drone que cuesta más de 50 mil dólares. El aparato no sólo muestra desde el aire cómo es el comportamiento adentro y afuera del estado, sino que tiene un sofisticado mapa de calor que es capaz de detectar, en medio de la oscuridad, a cualquiera que intenta esconderse.
En nombre de la pasión del fútbol, el desafío para la seguridad se traduce en millones de pesos de inversión.
En el caso de Newell's, los reportes oficiales indican que la barra continúa siendo liderada por Ariel Máximo “Guille” Cantero -suma condenas por 96 años de prisión-, uno de los jefes de Los Monos, quien continúa con su poder intacto pese a que hace tiempo está detenido en la cárcel de Marcos Paz.
Debajo de él coexisten diversas células cuyos jefes también están presos en diferentes cárceles. Facciones que si bien reportan a Cantero, hoy están peleadas entre sí, en una íntima disputa por el poder de la barra.
De acuerdo a la sospecha judicial, Leandro “Pollo” Vinardi, Damián “Toro” Escobar y Nicolás “Pupito” Avalle –todos presos en la cárcel de Ezeiza–, y Rodolfo Héctor “Eri” Masini, Leandro “Gordo” Vilches y Pablo Nicolás Camino –detenidos en la penitenciaría federal de Rawson– libran en la actualidad una batalla que se disputa, a través de sus "soldaditos" en las calles de Rosario.
A esta interna respondería uno de los crímenes más alevosos que Rosario recuerde en medio de una seguidilla atroz de asesinatos. El pasado 1° de febrero, Lorenzo “Jimi” Altamirano (28) fue secuestrado al azar mientras caminaba cerca del Parque de la Independencia, en una zona donde el crimen organizado no suele atacar, y llevado hasta el frente del estadio. Allí, en la Puerta 6, lo ejecutaron.
"Jimi" nada tenía que ver con estas disputas entre bandas. Fue una víctima inocente que los sicarios eligieron al azar, en medio de aquella noche, para enviarle un mensaje criminal a sus rivales en la interna de la barra. Así de espeluznante.
El "código barra" asoma como central en la construcción de la violencia en Rosario. Los Monos lo han llevado al extremo, pero se trata de sólo una banda en medio de una multiplicación de grupos dispuestos a elevar cada vez más el techo de la criminalidad.
Durante los partidos de Newell's son los mismos Monos los que se encargan, por ahora, de que no haya disturbios. O sea, administran la violencia en medio de una despliegue potente de las fuerzas de seguridad. Mientras que en los barrios se mueven con impunidad y una furia que a veces asoma como incontrolada, cuando hay partidos saben que no deben generar problemas para poder mantener a flote los inconfesables beneficios que siempre tiene ser barra de un club poderoso en la Argentina. Vínculos con dirigentes que nadie se atreve a revelar en voz alta, pero que todo el mundo dice sospechar.
Los Monos llegaron a la tribuna leprosa a partir de 2005, de la mano de un hermano de "Guille", el recordado Claudio "el Pájaro" Cantero, quien luego de ser ejecutado en 2013 se convirtió en todo un mito en el submundo del hampa de la ciudad. Su mural pintado en el barrio La Granada, a pocos metros del imponente casino que hace unos años fue atacado a tiros, tiroteo en el que murió un cliente, en medio de una extorsión narco, ya fue repintado en 2019. Allí, cada vez que cumpleaños, se organizan fiestas con bandas y fuegos artificiales en su memoria. "Te extraña la Glock", le escriben en forma de poesía tumbera.
"El Pájaro" en realidad estaba tomando las riendas del clan delictivo que construyó su padre, Máximo Ariel “El Viejo” Cantero. Entre los barrios Las Flores, La Granada y 17 de Agosto, el "Viejo" lideró una larga rivalidad con otra banda, Los Garompas, hasta que finalmente salió victorioso a fuerza de tiros y amenazas. Su gran negocio fue entonces la extorsión: sacudir disparos para generar miedo e ir avanzando en cada vez más territorios. Su idea fue gerenciar la venta de drogas en esa parte del sur de la ciudad: no sólo distribuir la propia en búnkers perfectamente organizados, sino también cobrarles a otras bandas que quisieran hacer lo mismo. Plata o plomo.
Cuando su hijo "el Pájaro" comenzó a tener cada vez más ascendencia en las decisiones del clan, decidió que era otra de pasar a otra liga: copar las barras de Newell's y Central para dominar desde las tribunas los territorios de la ciudad. El negocio de multiplicó: trapitos, remeras, quinchos y asadores, cocaína adentro y fuera de las canchas, extorsiones y protecciones, y un ejército de soldaditos que trepó de manera descomunal. Así en la cancha como en el barrio.
Tras el homicidio del "Pájaro", al menos otros cuatro sucesores fueron asesinados hasta hoy. La lucha intestinal por el control de barra de Newell's siempre tuvo el sello narco. Es que estas organizaciones lejos están de dedicarse a un solo negocio.
La fiscal Valeria Haurigot volvió a llevar a prisión, en mayo del año pasado, al fundador de Los Monos, "el Viejo" Cantero. Junto a su colega Franco Carbone, de la fiscalía de Balaceras, lograron determinar que la banda tendría al menos 50 miembros, todos imputados. "Se trata de una organización criminal con un presente muy firme en lo que respecta al poder en Vía Honda, La Granada y Las Flores, donde ejercía diferentes actividades criminales: balaceras extorsivas para cobrar deudas provenientes en la mayoría de los casos de la actividad ligada al narcotráfico; pero también ofrecían protección y divertimento".
"Son como una especie de referentes dentro de la comunidad. Cuando la fiscalía avanza en la investigación y surgen datos de la vigencia del poder territorial de estas personas, por lo que se hacen escuchas que terminaron con estas detenciones. No sólo se trata de cobrar o el hecho de representar una zona, de tener una especie de franquicia en la que hay que pagarle al "Viejo" Cantero o a sus lugartenientes, sino que aparecen otras actividades por las que pueden ser imputados, como el hallazgo en la casa de Cantero de muchas cajas de alimentos que provienen del Plan Cuidad que creó la Municipalidad de Rosario durante la pandemia y que luego se extendió. Se hallaron 175 cajas de este plan en la casa, por lo que estamos investigando sobre esta evidencia tan contundente".
El operativo se llevó a cabo en su última vivienda, frente a un conjunto de monobloks, en la avenida Avellaneda al 4500, en el ingreso a Vía Honda, otro de los territorios dominados por Los Monos.
Adentrarse allí, en Las Flores o en La Granada y preguntar por esta banda es recibir como toda respuesta miradas esquivas. Los ojos suelen hablar más que la boca. El código del miedo indica que pese a que los líderes están presos, ellos continúan teniendo poder real en las calles. Incluso, frente a la casa allanada del "Viejo", un grupo de varones todavía hace guardia. Con la mirada sostenida, evitan que cualquiera quiera acercarse allí.
Los vecinos de siempre, aquellos que hace más de dos décadas vivían en una zona de clase media trabajadora con ansias de trepar en la escala social, hoy se resignan a ser rehenes de una realidad que imponen los violentos, quienes en proporción son amplia minoría.
La dominación territorial, en esa zona de Rosario, lejos está de ser una expresión figurada.
Pero esto no es todo. La fiscal resaltó que también se comprobó que este liderazgo tenía que ver con proporcionar entretenimiento, con la riña de gallos y los caballos. "Si bien se puede pensar en que acá hay figuras penales menores, sirve para demostrar la asociación ilícita, en cuanto a la predisposición de cometer delitos variados, además de poner en manifiesto la vigencia de esta organización", apuntó.
Bolsones de comida y entretenimientos hicieron que aquellos que no callaran por miedo lo hicieran por sentido de supervivencia o conveniencia. ¿Ahora quién reemplaza aquellos favores?
Además se imputó a Cantero y a su actual mujer Rosa Bibiana Montero por la comisión de delitos contra la integridad sexual de menores, ya que ella le habría llevado a adolescentes a la cárcel, cuando él estaba detenido en 2017, para que se produjera el aprovechamiento sexual.
En la causa figura la exmujer del "Viejo", Patricia Celestina Contreras (madre de “Guille” Cantero), ya que se señala que a través de ella se organizaron los ataques extorsivos a balazos contra estaciones de servicios y escuelas.
El efecto de las balaceras se multiplicó en los últimos tiempos. Aquellas extorsiones de las bandas organizadas fueron replicadas por grupos menores, e incluso por advenedizos en el crimen, quienes comenzaron a tirotear comercios por cuestiones ínfimas, según surge de algunas escuchas. O sea, en el negocio de la violencia clandestina, juegan peces gordos y recién arribados. Todos cuentan con armas de fácil acceso, otro negocio del que poco y nada se habla.
Pero, centrándonos de nuevo en Los Monos, la fiscal Haurigot no sólo resalta la cantidad de imputados, si no que ya empieza a pensar en el día después, en cómo mantenerlos inactivos dentro de una cárcel, algo que hasta ahora el sistema no ha logrado efectivizar.
"Son causas muy complejas, en las que hay que peritar muchos celulares, en los que hay que hacer intervenciones, que demandan una gran calidad de pruebas, lo que obliga a un gran plan de trabajo para tener presente todas las aristas. Creemos con el doctor Carbone que la figura de asociación ilícita es la más apropiada, ya que ninguna otra organización vislumbra tanta actividad delictual, ya que el delito es la oferta de delitos que cometen. Ahora que están con prisión preventiva, es fundamental que se mantenga la incomunicación, que se resuelva toda la cuestión de ejecución penal, porque de lo contrario la espiral de violencia no cesa", concluyó.
Informe de Juan Federico. La Mesa de Café.