María Antonia Gauna recibirá 7 millones de pesos en materia de daños y perjuicios luego de que la Justicia comprobara que no fue la asesina de su marido, por el cual pasó 12 años en la cárcel.
En diálogo con Radioinforme 3, la mujer se expresó con indignación: “Nadie me devuelve mi proyecto de vida y no hay forma de reparar todos los daños psicológicos causados”.
En este sentido, describió su caso como una “mala praxis judicial” y reclamó que nadie se hiciera cargo. “La jueza que me acusó ya se jubiló y los otros funcionarios judiciales siguen en sus cargos. Son intocables”, exclamó.
En su relato, Gauna contó detalladamente cómo sucedieron los hechos la noche del crimen en la localidad santafesina de Arequito. “Después de cenar con mis hermanos y llevar a mi sobrina al circo, regresamos a casa. Mi marido me dejó a mí y fue a guardar el auto a la casa de sus padres”, comenzó.
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Pero cuando María ingresó a su hogar, se encontró con una persona encapuchada que tenía un arma. “Era un hombre alto, tenía ojos celestes y mucha barba. Me tomó de la cintura y me dijo que esté tranquila. Yo reconocí la voz, era el esposo de la hermana de mi marido”, continuó.
El hombre la ató de manos y empezó a pedirle plata, por lo que ella le entregó mil pesos que tenía guardados. En ese momento llegó Omar, su marido, quien también fue reducido por el sujeto. “Nos pidió que nos acostáramos en la cama”, contó.
Fue entonces cuando el delincuente asesinó a Omar y le efectuó heridas profundas en los tendones de las manos a María.
“Toda esta historia yo la he relatado a la Justicia. Pero ese hombre jamás fue investigado y yo estuve presa por homicidio doblemente calificado agravado por el vínculo y tentativa de suicidio”, indicó.
En 2016, la Justicia determinó que ella no podría haber sido la responsable de sus propias heridas y anuló el fallo. “A través de un informe médico, se especificó que yo no podría haberme cortado profundamente los tendones de mi mano izquierda y después tomar el elemento cortante y cortarme la mano derecha”, explicó.
Según agregó, la jueza de instrucción de aquel momento, Susana Noguera, nunca aceptó que el médico que le operó las manos se olvidó de poner que tenía los tendones, los flexores y las venas cortadas de forma profunda. “La diferencia estuvo en una palabra, que es la palabra ‘profunda’”, dijo.
María ahora vive en Entre Ríos, volvió a ejercer como docente y recibirá un resarcimiento económico millonario. Sin embargo, reclama que “no hay dinero que pueda reparar semejante daño”.
“He perdido 12 años de mi vida y el sueño de tener hijos. Tengo el alma rota, estoy viva pero siempre voy a vivir con ese dolor”, cerró.
En tanto, el hombre que ella señala como el asesino sigue viviendo en Arequito. Al parecer, vive en la casa de María y explota el campo que era de su marido.
Entrevista de Miguel Clariá.
