AUDIO: Hotel de los intendentes solitarios
Demoraron más de dos meses en informar quiénes están contratados en la Unicameral y, por si lo ignoran, esa absurda demora solo genera más sospechas.
Nadie se tomaría 70 días, con costo político, si no es para ocultar algo.
De todos modos, no es que no haya fantasmas, es que tienen rostro y da algo de vergüenza ajena que se naturalice lo impresentable: ¿Podrán explicar los 85 exintendentes que cobran allí su sueldo sin que nadie sepa qué hacen, cómo fueron seleccionados para esas importantes funciones?
Hay un nuevo proyecto para que los funcionarios de turno, en este caso la vicegobernadora y los presidentes de los bloques que niegan la información, no finjan demencia. Pero hay un detalle; la enorme mayoría de los fantasmas y de sus jefes son del oficialismo. El peronismo en 1999 impulsó y aprobó la vigente ley de información pública. La que nadie cumple. Ahí dice textual que los pedidos de información pública debe ser satisfecha en un plazo no mayor de diez (10) días hábiles. Y esto no es solo cosa de periodistas molestos. La ley que seguramente fue revisada por los asesores contratados de entonces, dice "Si una vez cumplido el plazo previsto en el artículo anterior, la demanda de información no se hubiera satisfecho se considera que existe negativa en brindarla, quedando habilitada la acción de amparo por mora de la administración."
Ya hay una lista, pero quedan muchas dudas. Las que ellos mismos potenciaron escondiendo sus contratados como si fuera información clasificada. Falta que hablen quienes contrataron a quien afirma no haber pisado nunca la Unicameral, falta que se explique quién y cómo habilitó esa cuenta sueldo, falta que recuerden quien lo respaldaba a Kraisman como puntero poderoso de la 12.
Ahora nadie lo conoce al pobre Kraisman. Pero él conoce mucho y a muchos. No parece casualidad que en redes sociales de esos barrios circulen intensamente posteos de defensores de Kraisman en fotos con las principales figuras del oficialismo de Córdoba, los de antes y los de ahora.
Por Miguel Clariá.
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