La segunda muerte de los conscriptos

En el ataque de Montoneros al Regimiento 29 de Monte en octubre de 1975 hubo muertos de uno y otro lado. De los atacantes y los atacados.

Es necesario hacer dos aclaraciones, fue durante la presidencia constitucional de Estela Martínez de Perón, antes del golpe de marzo de 1976, y no puede ponerse en pie de igualdad a quien ataca a un cuartel en situación de paz por sorpresa, con quienes no están preparados para repeler esa agresión.

Al margen de cualquier consideración ideológica o política que procure justificar la acción armada, no es lo mismo un guerrillero voluntario participante de un ataque armado que un soldado conscripto, obligado por ley a vestir el uniforme.

A casi medio siglo, la Justicia deberá escuchar y resolver situaciones que superan por lejos los limites del derecho. Se trata, mucho más, de cuestiones de lógica y sentido común.

Los efectivos Montoneros caídos en ese combate fueron inexplicablemente considerados víctimas del terrorismo de Estado, los conscriptos asesinados, fueron ignorados y olvidados.

Quienes planearon el ataque, secuestraron un avión y dispararon contra soldados que no entendían qué estaba ocurriendo, figuran a la par de víctimas de grupos de tareas que secuestraban, torturaban y desaparecían a opositores, religiosos, sindicalistas, obreros, estudiantes.

Colocar en la misma placa, en el mismo recordatorio a quien fue víctima del terrorismo de Estado y a quien cayó atacando a un cuartel en tiempos constitucionales es un fraude a la historia. Es un insulto a la memoria de las verdaderas víctimas.

Con un agravante siniestro: los familiares de esos militantes abatidos, ademas de los homenajes inexplicables, cobraron millonarias indemnizaciones mientras que los parientes de los soldados acribillados solo por cumplir con la ley , no recibieron nada.

La memoria oficial los borró a ellos y a sus hijos muertos.

La malversación de la historia, la mentira, que premió a quienes atacaron el Regimiento de Formosa fue un nuevo crimen, una segunda muerte para esos nueve conscriptos, esos chicos de 20 años que la historia oficial ha sepultado en el olvido cómplice.