FOTO: Infierno
Silvana tenía 26 años cuando sobrevivió a 17 puñaladas, pero quedó marcada para siempre, limitada en sus capacidades físicas, psicológicas y laborales. Quien la atacó, lo probó la justicia, fue un individuo que debía estar detenido pero fué liberado por la ex pareja de la víctima, un policía que le abrió la celda y lo envió a matar.
Desde entonces Silvana pelea contra los molinos de viento judiciales, en este caso de Rosario, para que alguien recuerde que el Derecho es básicamente sentido común. El que indica que si quien debía estar bajo tutela del Estado por delitos previos aparece libre y armado para apuñalarla, la responsabilidad no es sólo de esa mano y de ese cuchillo.
Los periodistas escuchamos a la víctima, nos condolemos con su tragedia, la alentamos a no aflojar en la pelea por justicia. Pero sabemos que no la conseguirá.
A Micaela, una joven entrerriana de 21 años, la violaron y asesinaron con la acción cómplice de dos personas. Uno, el asesino, un individuo con graves antecedentes por ataques sexuales, no podía cruzarse con Micaela a la salida de un boliche porque debía estar preso, cumpliendo condena justamente por una violación.
Pero hubo un segundo responsable, el juez que contra la opinión de los peritos del servicio penitenciario, lo puso en libertad. Sin razón, ni justificación, simplemente porque es la clase de magistrados que presume que las víctimas son igual de culpables que sus verdugos.
Hubo una puesta en escena por el clamor popular, un juicio político contra el juez en el que la corporación lo blindó y lo protegió. Después de una acusación a desgano llegó la absolución previsible que le permitirá, mañana mismo, ocupar su confortable sillón de juez e impartir justicia. Si así se le pudiera llamar.
Micaela está muerta y su asesino material purga, ahora, prisión perpetua. Pero no se ha hecho justicia. No la habrá para esa chica entrerriana que se cruzó con un violador pero también con el juez que lo puso en la calle.
Como Dante Alighieri, Silvana, la joven rosarina que sobrevivió al ataque criminal de quien debía estar en una celda, debería abandonar toda esperanza en las puertas del infierno tribunalicio donde procura encontrar justicia.
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