Declaraciones feroces
25/06/2019 | 14:21
En algún momento de nuestra historia reciente un ministro de economía afirmó que las estadísticas estigmatizan la pobreza.
Extraño silogismo: conocer el número de personas con necesidades insatisfechas, orientaría sospechas contra esos necesitados.
Pero aún desde el absurdo, había un argumento: evitar la canallesca asociación entre pobreza con delito.
Juan Grabois, conocido por su cercanía al papa Francisco y por su acción como dirigente social, ha verbalizado ese prejuicio perverso: "si me hubiese tocado juntar cartones estaría choreando de caño", dice, quien tuvo todas las oportunidades, es abogado, hijo de profesionales, reside en San Isidro y asocia sin sonrojarse la pobreza con el delito armado.
No habla de hurto famélico, de supervivencia desesperada, apunta a quienes empuñan armas y están dispuestos a dispararlas.
Grabois ha construido su carrera política trabajando con personas sumidas en la pobreza que, sin embargo, no delinquen.
Se supone que los agrupa, los lidera para ayudarlos a salir del injusto estado de necesidad que sufren con dignidad. ¿Con una pistola?
Por si alguien no lo sabe o prefiere no saberlo, cuando se "sale de caño", como dice que haría Grabois, a robar armado, dispuesto a matar, las primeras víctimas, las más expuestas y vulnerables no son los que viven en barrios cerrados. Son los más pobres.
Ocultar la pobreza fue cruel, asociarla livianamente con el delito a mano armada, es feroz.