Lo que vale es el mensaje

Opinión

Lo que vale es el mensaje

15/05/2020 | 14:52 |  

La Oficina Anticorrupción, anunció que desiste de querellar en las causas más complicadas para la señora Kirchner y sus hijos. Alega, entre otros argumentos, que debe concentrar los limitados recursos humanos con que cuenta el organismo a casos más complejos.

Si la corrupción y la impunidad no fueran una tragedia, sería cómico.

La mayor y más grave causa judicial por presunta corrupción, que alcanza a dos expresidentes, a sus familias y al principal contratista de obra publica del Estado, con centenares de pruebas y testimonios que llevan a una trama de millones lavados, no tendrá de querellante a la Oficina Anticorrupción porque no tiene suficientes empleados. O porque necesita a los empleados que tiene para otros casos.

La vicepresidenta ha logrado instalar en buena parte de la opinión pública que es víctima de una persecución política, judicial y mediática, lo que llama lawfare. Al margen del extraordinario crecimiento patrimonial que declara, está claro que son muchos los que le creen, no hace falta recordar que ha vuelto al poder por el voto legitimo de la mayoría.

Hay quienes argumentan en defensa de la decisión del titular de la OA, un militante kirchnerista, y quienes lo cuestionan con severidad desde la oposición, también quienes explican que en lo procesal no cambia mucho. Todo sarasa, nada de eso en realidad importa.

Lo que importa es el mensaje grueso, transparente: las causas por los hoteles y el lavado de millones a cambio de obra pública nunca llegarán a fallo.

No necesitan buscar la absolución y probar inocencia, el camino elegido, tolerado y hasta celebrado por una mayoría de argentinos es más fácil: mandarlo al fondo de un cajón.

Eso se acordó cuando se pacto la fórmula: La presidencia para uno, la impunidad para la otra. Y sobretodo para sus hijos, el hoy poderoso diputado Máximo Kirchner y la mucho más vulnerable Florencia, que no tenía fueros que la protegieran, pero que ahora, con su salud recuperada y el poder político recuperado por su madre, también ella los tiene.


Miguel Clariá