El Olimpo de los privilegios

Opinión

El Olimpo de los privilegios

02/11/2022 | 12:23 |  

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El trágico accidente que involucró al legislador González, al margen de lo que investigue y establezca la justicia, ha puesto bajo los focos privilegios irritantes: la concesión de autos judicializados a legisladores.

Dirán que es para uso oficial, un chiste: no hay manera de establecer cuándo un vehículo está en función pública y cuándo privada

¿Cuál sería la razón para que a un legislador que cobra su dieta, que probablemente tiene su vehículo propio, o más de uno, entre todos los contribuyentes le demos un auto? ¿También le pagamos la nafta, el seguro, la limpieza acaso?

¿Por qué la Justicia se los da? ¿Y cuántos vehículos están en estas condiciones? ¿No sería razonable que si hay vehículos judicializados, más de 3400 informó Cadena 3, se asignen por ejemplo al transporte de niños con discapacidades que están sin ese servicio por los recortes y los ajustes? ¿Alguno habrá pensado en maestras rurales haciendo dedo en las rutas?¿O policías sin móviles para cuidar a los vecinos?

A veces, parecería que ciertos gobernantes, funcionarios, legisladores, jueces, no todos, seguro que no, pero muchos, trabajan para la antipolítica. Para estimular la bronca por los privilegios y asociarlas con las instituciones. Privilegios que habrán existido siempre, pero generan más bronca en la brutal crisis que golpea hoy a los argentinos.

¿Por esto no se pelean? ¿No hay grieta a la hora de acordar a quien le toca el auto de gama más alta? Y si no ocurre una tragedia, ¿no nos enteramos?

Es increíble que luego se hable sin pudor de achicar el gasto público. De sostener eso de "solo el Estado necesario". ¿Necesario? ¿En serio? ¿Nos toman por bobos? Hay demasiados que siguen creyendo que la silla pública que ocupan, por el voto o por designación amistosa, les concede derechos por sobre la gente común. Sobre los giles. Sobre los de a pie que ni sueñan con un auto. Sobre los que sí deben ajustarse en todo y sin límites ni piedad, pero tienen que seguir sosteniendo a quienes parecen autopercibirse habitantes de un olimpo del privilegio naturalizado.

Por Miguel Clariá.